Mens sana in corpore sano
Como ya contamos en el capítulo anterior con nuestro delegado de deportes y sus soles y sombras, siempre he
tenido bastante afición por practicar algún deporte.
La evolución ha sido en
cierta manera paralela a mi vida social. Comencé con el baloncesto, donde los
equipos son de 12 y para jugar una pachanga, al menos nos juntábamos 6 para un
3 para 3.
Después ya parecía muy complicado reunirnos tantos y en la
universidad comencé con los deportes de raqueta como el tenis y el squash,
donde basta con un amigo.
Por aquella época también me apunté a un equipo de
natación, pero sólo porque era mixto, aunque luego tengo que admitir que me
encantó el deporte en sí y no sólo mis compañeras y sus bañadores apretados.
Con esta progresón buscaré deportes individuales...jugar al solitario
Después de la universidad tuve
una remontada en mi vida social y me dio por el pádel, ¡4 jugadores! Y además
también mixto.
Estuvimos varios años el mismo equipo hasta que una de las
chicas se echó novio y entonces prefirió jugar con él…y no sólo al pádel
imagino. Fue entonces cuando el equipo se disolvió y continué solo con la
natación.
Ahora he añadido yoga y pilates, que no es que sean deportes de
equipo precisamente, pero ayudan para mantenerme en forma. Para todos los que
queráis practicarlos, aparte de las clases presenciales, os dejo un enlace de las
que más me gustan. A mí me distrae un poco la profesora, pero cuando ya he
visto el video un par de veces, puedo concentrarme en los ejercicios.
¿Para cuando el yoga en los juegos olímpicos?
Una vez, en un curso de
formación, un consultor cuya empresa era además reclutadora, nos dijo que de
los posibles candidatos le interesaba saber si practicaban deportes de equipo,
porque eso daba una idea de su integración en los grupos de trabajo.
A mí esto siempre
me pareció una tontería, pero nos encanta lo que suena a americano, que te
ponen en el currículum que han sido capitanes de su equipo de fútbol como si
ello tuviera más mérito que la experiencia laboral.
Además, yo nunca he
conocido y tratado más gente que en mis inicios con la natación. Cierto es, que
mientras nadas no interaccionas con nadie, pero existe un antes y un después de
tirarse a la piscina.
En un descanso de la formación, nos dijo que él era muy
aficionado a la pesca, y yo puñetero de mí, le pregunté que cómo encajaba eso
con lo de los deportes de equipo, que además de actividad solitaria hay que
estar en silencio para no espantar las truchas…pocas veces he visto a un
consultor sin palabras.
A ver qué deporte me invento que quede bien en el curriculum
Volviendo a los tiempos de
baloncesto. Apenas recuerdo algunos de los integrantes del equipo. Estaba Javi
el sucio, un chaval que se ganó el mote porque la noche anterior emitieron en
la tele la de Clint Eastwood de “Harry el sucio”, y como por entonces sólo
existían 2 canales, la vimos todos.
Javi era un chaval cuya “suciedad” no era
como la de Harry, sino que se podía pasar lunes, martes y miércoles con la
misma camiseta. Quizás no parezca muy exagerado, pero es que, entre medias,
teníamos 2 clases de gimnasia, algún partidillo y quizás entrenamiento. Cuando
nos tocaba defenderlo, era conveniente no presionarle muy de cerca y ya si
levantaba los brazos para tirar, mejor dejar que encestara.
Nuestro pivot, Melero,
era un tipo grande y algo torpe. Además de crecimiento irregular. De preadolescente
nos sacaba una cabeza al resto pero años después somos los demás los que le
miramos la coronilla.
Sin duda era el que más fuerza de voluntad tenía para
entrenar, de tal palo tal astilla. Resulta que de joven, su padre se enamoró de
una chica cuyo padre, que era militar, dijo que la niña no se casaba con nadie
si no era oficial del ejército. ¿Qué hizo el padre de Melero? ¿buscarse otra
novia con un padre menos exigente? Pues no, … apuntarse a la academia militar y
graduarse como oficial. Eso es amor y lo demás tonterías.
Dice que si no subo el Everest en chanclas que no me caso con su niña...me prestas unas.
Otro componente del equipo era
Luisma, un tipo muy entusiasta y líder natural del equipo. Su frase favorita
era: “Mira, mira, acero para baaarcos” mientras se tocaba su panza enjuta.
Había también un par de gemelos. Uno de ellos era un poco mejor jugador que su
hermano, así que cuando lo echaban por 5 personales, el entrenador le mandaba
cambiarse la camiseta por la de su gemelo y lo volvía a poner en la pista.
También recuerdo a Donato, un chaval gordete y con nula destreza, pero el
deporte a esas edades debe ser integrador y se acepta a cualquiera en el
equipo.
Este chico era un tanto peculiar. Su bien más preciado, que llevaba
siempre encima, era una foto de su padre vestido de falangista. Sólo se la
enseñaba a los amigos más íntimos, pero como a otros chicos del equipo y a mí
nos picaba mucho la curiosidad, no parábamos de insistir.
Un día por fin lo
logramos. Con mucha solemnidad, sacó la foto de su cartera y nos la enseñó. Yo
quedé muy decepcionado de ver una foto en blanco y negro de 4 señores vestidos
como de militares, porque por aquella época yo ni sabía lo que era un falangista
y me imaginé que era algo más folclórico. Esperaba ver a un señor ataviado con
traje regional.
Y finalmente estaba yo, que era
el escolta-tirador, vamos como Michael Jordan en descolorido, pero sólo de
piel, ¡eh!
¿Y tú de qué juegas?...pues para que te hagas una idea, como Michael Jordan
Con estas cosas de la
integración, un día de la pretemporada, nos dijo el entrenador que el colegio
había acordado un partido amistoso con un equipo “especial”. Pero lo de
“especial” no era en plan “Campeones”, sino más del tipo “El vaquilla”.
Y es
que nuestros rivales eran unos chicos del reformatorio. Como no les dejaban
salir de allí, no se escaparan, tuvimos que desplazarnos nosotros. Todo el
equipo tomamos un autobús al extrarradio. A medida que nos acercábamos a
nuestra parada, recuerdo que cada vez veíamos gente más rara.
Años después,
hice amistad con un tipo que tenía la teoría de que en los barrios marginales
la gente es mucho más fea, porque los guapos tienen más oportunidades en la
vida, tanto matrimoniales como profesionales. Eso mejoraba su estatus y por
genética a su descendencia. Pues bien, incluso desconociendo esa teoría,
recuerdo que vimos tanto “engendro”, que nunca fuimos tan pegados al entrenador
hasta llegar al campo de juego.
Olimpiadas de feos...en mi barrio hay un par de plusmarquistas
Del resultado ni me acuerdo,
seguramente perdiéramos, porque no era cuestión de darles una paliza en el
campo y que ellos nos la dieran fuera, aunque los chavales contra los que
jugamos no parecían de los más chungos del reformatorio.
Tampoco nos robaron
el balón. Su entrenador, un hombre muy entregado a la causa, dando constantes
instrucciones a los jugadores en cancha y vigilando que los del banquillo
apagaran el porro que se encendían en los tiempos muertos.
En definitiva, no
fue tan terrible como nos lo esperábamos, pero es que los prejuicios son muy
malos. Seguro que la mayoría ahora están rehabilitados y todo. Ah, por cierto,
los feos eran muy feos y sin prejuicio que valga.
Ese es muy chungo...yo ni me acerco a "robarle" el balón
Una vez abandonamos el mini-basket
activo, algunos pasamos a ser árbitros. No hacía falta mucha preparación,
bastaba con caerle bien al delegado de la federación.
Nos dieron una charla de
una hora y el reglamento … y ya eras árbitro. Y en eso pasé las mañanas de los
sábados durante 3 o 4 temporadas.
No tuvimos que salir por piernas en ninguna
ocasión, aunque algún padre tocapelotas nos tocó aguantar, de esos frustrados
por no haber triunfado en el deporte y que pretenden que sus hijos logren lo
que ellos no pudieron. Y todo ello a pesar de que alguna vez sí que hacíamos
alguna que otra trampilla.
Si en un equipo femenino había una jugadora
guapa…estaba prohibido pitarle la 5ª personal, aunque repartiera más que Bruce
Lee. ¡Así son las hormonas adolescentes!
Yo te nombro árbitro "in nomime pater et..."
Y sin olvidar, que lo mejor del
arbitraje era que lo pagaban. Creo recordar que ganábamos unas 400 pesetas por
jornada, así que, a final de temporada, cuando cobrábamos, nos juntábamos con
una cantidad respetable.
Pasábamos por la federación y nos daban un sobre, que
aunque no era muy nutrido, a nosotros nos parecía como los que repartía
Bárcenas entre sus amigos. Y con nuestra pequeña fortuna, ya estábamos listos
para disfrutar del verano.
CONTINUARÁ…Con esas acampadas que tanto disfrutas de niño.
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