Los colegas del colegio

Los chavales de mi clase




Je, je, ¡qué buenos tiempos aquellos en los que estábamos con nuestros colegas de clase! Y no sólo porque teníamos bastantes años menos, sino porque era un vida, por lo general, despreocupada. 
 
Dicen que es la edad de la inocencia, pero yo recuerdo la mala leche que teníamos los chavales y me reafirmo en que lo primero es un tópico. 
 
Los niños somos malvados y no hay más que recordar los motes que nos poníamos, porque eso de llamarse por el apellido es bastante soso.

Ese mote entre amigos no vale...es poco humillante


En mi curso había un chavalín muy pequeñajo, ese era “sabonis”, que para quien no esté muy puesto en baloncesto retro, era un pedazo de jugador lituano de 2,20 metros. 
 
El chico ese que era bastante sosito y arrítmico, “el fredaster”. El más tontaina era “Einstein”, pero como era sumamente corto no creo ni que se diera cuenta de que nos reíamos de él. 
 
Al empollón, un clásico “pitagorín”. Seguro que él hubiera sido capaz de encontrar algo más ingenioso, pero como chico listo que era, se lo callaba. “Espinete” era uno de cara sonrosada y que como se le pegaban las sábanas cada mañana, no tenía tiempo de peinarse e iba al cole con los pelos revueltos. 
 
Miguel era “el esponja”, pero no por Bob, al que le faltaban muchos años para nacer, sino porque se bebía hasta el agua de los floreros. Vamos, que lo absorbía todo, pero aún así tuvo suerte, le podía haber caído el dodotis o el compresa.  Otro era el “almorrana”, un chico tan molesto como su propio mote.

Colega, si te llamas Juan...¿por qué te dicen "Almo"?


También teníamos algunos poco ingeniosos, “el napias” para uno que no era precisamente chato y “el morros”, para el que los tenía casi como Carmen de Mairena. El poeta, para el que olvidó subirse la bragueta.
 
Algunos nos lo ponían muy fácil. Si vas repitiendo todo el día “yo paso de todo menos de curso” pues adjudicado “el pasota”. Y por supuesto, el que creo que no faltaba en todos los colegios de España después de ver Verano Azul en alguna de sus múltiples repeticiones, “piraña” para el gordete de la clase.
 
¡Ah!, casi me olvido del “amortiguadores”, uno que, al reírse, movía la cabeza como los perritos esos que se ponían en la bandeja trasera del coche.

Cuéntale un chiste y verás por qué le apodamos "el amortiguadores"


Esa bonita costumbre de poner motes más o menos injuriosos, no cesaba en el caso de que llegaran chicas a clase. En mi época, al colegio de curas donde estudiaba no aparecían hasta el último curso. 
 
Pobrecillas, todavía las recuerdo sentadas “en manada”, en pupitres contiguos, tratando de protegerse de aquellos garrulillos imberbes que las miraban con una mezcla de curiosidad y lascivia. 
 
Pero poco a poco se iban integrando y, por tanto, se ganaron su nuevo mote, porque algunas de ellas ya lo traían de su etapa anterior. Una chica de la que un hermano del primo del vecino del carnicero de la madre de alguno, decía que era un poco fresca, se quedó con “la bimbo”, porque en los 80, Bimbo se anunciaba como “los frescos del barrio”. No solo las lechugas eran frescas por entonces.
 
Siguiendo con la bollería, la de verdad, que la otra ni se conocía entonces, “la donuts” era esa chica gordita que decidimos que desayunaba unos cuantos cada mañana. La que era todo lo contrario, y como se llamaba Nati, se quedó con “natíope”.

Y otros muchos más, porque 12 años con casi los mismos compañeros dan para mucho. “El luisma” que se paseaba con el casco de la moto aunque la tuviera aparcada en casa, “el recluta”, que con un padre militar imperaba la disciplina en su casa incluso fines de semana y  vacaciones. 
 
Las dos parejas de gemelos, que no hay manera de diferenciar después de todos estos años…
 
También tuvimos uno que se puso su propio mote, un día nos dijo: a partir de ahora llamadme “chana”, y así lo hicimos.

Sr. juez, no es que me ría de Ud...son los recuerdos del colegio


Pero el tiempo pasa ¡y vaya si lo hace deprisa! Nos convertimos en adultos serios y formales y llega esa costumbre tan bonita de celebrar el aniversario de los 10, 20, 25 o los que sean. 
 
Hace poco le tocó a mi generación, no voy a decir cuántos celebrábamos, pero sirva como indicación que varios lustros. Como decía uno de mis mejores amigos, “vamos a hacer recuento de calvas y barrigas”. Todo sea cierto que lo decía con risa, porque entre los 5 amigos más cercanos, sólo uno de nosotros puntuaba en ambas categorías.

Promoción de 19XX...ganan las barrigas a las calvas por goleada


Es en esos momentos cuando descubres las vueltas que da la vida. “El roker” y “el punky”, son ahora calvos y tan sólo tienen sobre la cabeza la típica herradura de pelillos. ¡Qué cruel es la naturaleza!, a aquellos para los que su peinado era una manera de reivindicarse…han perdido sus argumentos por completo. 
 
Y es que en la adolescencia puede la juventud, pero más tarde se impone la genética. “Natíope” sigue siendo igual de flaca, quizás por eso destacan tanto sus implantes mamarios. 
 
El patito feo, “la donuts”, como en el cuento, se ha convertido en un precioso cisne. Dicen que conoció a un chico vigoréxico, y por amor se puso en forma. Y por cierto, el más torpe en la clase de inglés, ahora vive en Londres.
 

¿Pero ese bellezón estuvo en nuestro curso?



“El esponja”, no Bob, sino nuestro compañero Miguel, se conserva estupendamente, ni barriga, ni calva, ni arrugas. Eso debe ser el alcohol, que también conserva desde dentro y no sólo por inmersión. 
 
El “Anastasio”, el más torpe de clase y seguramente del curso, aquel cuyo padre se cansó de tirar el dinero en su educación y le puso a trabajar en la obra, poco a poco se convirtió en un magnate de los materiales de construcción y se forró con la burbuja inmobiliaria. Las vueltas que da la vida, de nini a magnate.
 
Para cuando estalló, él ya tenía tanta pasta que todavía sigue viviendo de las rentas. 
 
Por el contrario, “pitagorín”, con sus 2 carreras y 3 idiomas, durante muchos años fue el reponedor del Carrefour más preparado de la ciudad, hasta que finalmente aprobó su oposición a hacienda. 
 

Matemáticas para hacer inventario y químicas para mezclar los productos de limpieza

 
Manolo, “el legionario”, se hizo objetor y luego veterinario. Es que la Legión es muy bonita para verla desfilar o forrar los libros con sus fotos, pero ser parte de ella es otra cosa. ¡Al menos podrá curar a la cabra si enferma! 
 
Chemita, un chico tremendamente tímido, que se sonrojaba cuando alguna chica le dirigía la palabra, es ahora dentista y se casó con una de sus pacientes. Claro, la dejaría con la boca abierta y se enamoró de él.

Y es que como dijo algún filósofo, la vida es como una lavadora, da muchas vueltas. Lo que tenemos que perseguir, es ser felices y disfrutar cada una de ellas.


5 comentarios:

  1. Jajjajajja que bueno...
    Y cuál era tu mote??

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  2. pues nunca lo supe. Creo que me quedé con "Perico", que es como me "bautizó" el hermano Javier en 4 de EBG. Fíjate queno me gustaba nada y ahora me encuentro extraño cuando los compañeros de entonces me llaman por mi nombre.

    Y ya que estamos de confesiones, ¿el tuyo? ¿ o no es confesable?

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  3. Jajjajaja Perico?? Jajajjajaj por??
    Yo ninguno, que yo sepa...
    Me llamaban por mi nombre jjajajajja

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  4. Eso es lo que tú te piensas...seguro que alguno tenías

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