Humor navideño
Pues acabamos de estrenar enero, y eso significa que ya estamos acabando estas fiestas tan “entrañables”. Y ya va siendo hora, porque cada año la Navidad comienza antes.
Apenas
pasados Los Santos, o “Halloween”, que es más divertido y va mejor para el
negocio, cuando todavía nos dura el bronceado estival, llega la alegre secretaria del departamento: “venga chicos, que hay
que pensar en la cena de Navidad, ¿quién se apunta? Que lo vamos a pasar
genial” y claro, aunque sea fuera del horario de oficina y cada uno se pague lo
suyo, hay que tener una excusa muy buena para no ir.
Porque puede que tus jefes
te están dando por c… 364 días al año y que prefieras disputarte una pata de
gacela con unas hienas del desierto antes que compartir mesa con algunos de tus
compañeros, pero parece que llega la Navidad, y todo deber ser parecer
cordialidad y amor.
Me das asco todo el año, pero llega la Navidad...y como que te tengo cariño.
De
toda la vida, el pistoletazo para estas fiestas ha sido el sorteo del gordo de Navidad.
Un inciso, este año no para todos, el novio de una compañera le llama unos días
antes diciéndola que “ya ha salido el gordo”, y es que el chico trabaja en el
Banco Popular y su dimitido presidente no era precisamente una sílfide.
Pero
para el resto de los mortales, la fecha del gordo es el 22 de diciembre, ese
día en el que despertamos con la ilusión de que alguno de los niños de San
Lorenzo cante nuestro número.
Y digo los niños de San Lorenzo aunque podría
haber dicho los de “United colors of Bennetton”. Y es que cada año, en una
demostración de modernidad y pluralismo, no puede faltar un negrito, una
chinita, un sudamericanito y un morito, a ver si algún año ponen a un chaval de
Teruel, ¡si es que existen!
Caramba, los niños de San Ildefonso parecen un anuncio de Bennetton"
Yo
no tengo nada en contra de estos niños tan adorables, salvo que nunca cantan
mis números. Tampoco es que me deje el
sueldo del mes, pero después de tantos años, ya empiezo a sospechar que no es
casualidad.
Siempre juego el número de la empresa, cuya bolita ya se encarga
nuestro presidente de que no entre en el bombo y el del colegio profesional.
Estos 2, los compro por compromiso, no vaya a ser el único pringado que se quede
a dos velas habiéndolo tenido tan cerca.
Lo que hago desde hace unos años, es
ir el último día y comprar un décimo del número más feo que les quede, y es que
yo soy así, me dan pena los feos y además como casi nadie les compra, si toca,
nos repartimos el premio Montoro y yo.
Lo que ocurre, es que la lotera de la
administración, amante de su trabajo, nunca me dice que tenga números feos,
sino que son difíciles de ver. Yo le amenazo con que si no los tiene feos me voy
a otra administración, pero ella sigue viéndoles adorables.
Y ese tan feo...¿lo meten también en el bombo de la lotería de Navidad?
Otro
de los grandes dolores de cabezas de la Navidad son los regalos. Menos mal que
en mi familia somos muy tradicionales y seguimos siendo fieles a los Reyes, eso
da un margen mayor para buscarlos, aunque también te deja menos opciones porque
lo bueno, bonito y barato ya está vendido. Pero a pesar de las múltiples
opciones que nos ofrecen los comerciantes, lo difícil siempre es acertar.
-¿Qué
le regalamos al primo Javier?
-Pues
una corbata como todos los años
-¡Pero
si es monitor de aquagym, no usa!
-Mejor,
así estamos seguros de que él no se las compra y no repetimos modelo
-¿Y
al tío Carlos?
-Como
está con la crisis de los 40, algo para que haga deporte. Una raqueta de padel
o mejor algo para el “running” que está muy de moda. Además, si viene con una
foto de un atleta en la caja mejor, que así se anima pensando que con salir 2
días a correr se va a poner igual.
Y
siempre nos quedarán los socorridos perfumes, tanto para ella como para él, que
con sus anuncios intentan vendernos esa vida súper glamurosa que llevaremos si
compramos el “Eaux de sobaque” o el “Eaux de pinrel”. Puede que no huelan bien,
pero si el frasco y el envoltorio son bonitos, cumplen su propósito de quedar
bien.
Los regalos de los niños son casi misión imposible. No
te puedes adelantar y comprarlo en noviembre, sin prisas ni agobios, porque las
criaturitas son tan caprichosas que en el último momento cambian de idea.
Así
que ya se ha convertido en todo un ritual navideño el atasco en el centro
comercial, las peleas por el último juguete de la estantería, las colas frente
a la caja registradora…vamos, que esa peli navideña de “Swarchzenegger”
buscando el “turboman” que quiere su hijo, confirma que la realidad supera con
creces la ficción. Y es que ir al “Toys’r us” a comprar el juguete de moda
equivale al menos a dos clases de crossfit.
¿Vas a ir a crossfit?..no, hoy voy a por lo regalos de Papa Noel que es mas intenso
Las cenas y comidas familiares son siempre momentos
delicados. De política es mejor ni hablar, sobre todo en familias variopintas
donde el abuelo era de los que levantaba fervorosamente el brazo en la Plaza de
Oriente y el último novio de la niña es un podemita convencido.
De fútbol casi
que tampoco, porque además de las pasiones que levanta cada equipo, es un tema
que por lo general aburre a la mitad de los comensales.
Los piques maritales
suelen aparecer en momentos así por lo crudo de las comparaciones, con los
cuñados generalmente: “mira mi hermano lo bien que le va, ya podías aprender de
él” seguido de un “pues ya que hablas de tu hermano, fíjate en lo guapa que
está su mujer, ya te podrías conservar tú como ella” continuando por un “claro,
si pudiéramos permitirnos una asistenta, yo podría dedicar tiempo a cuidarme” y
si se continúa, garantizado que acaba muy mal.
Visto que de política ni hablar,
de fútbol mejor dejarlo, las comparaciones son odiosas, lo mejor es beber,
comer, brindar y hablar del tiempo, que en eso estamos todos de acuerdo en que
es frío. Y para no tener contratiempos, vigilad a la abuela, que aprovecha que
no la controla nadie para darle a la botella de anís, y no me refiero como instrumento
para los villancicos.
Hay que acabarse el anís...necesitamos la botella para cantar villancicos
Pues como decíamos al principio, ya sólo nos quedan
los Reyes. En cuanto pasen, a llenar los gimnasios, las academias de inglés, a
dejar de fumar y a cumplir todos esos buenos propósitos.
Feliz Navidad y
próspero 2017. No tengo la bola de cristal para saber si este año que
comenzamos ahora va a ser mejor que el que dejamos atrás, pero una cosa está
clara, nada cambia más el mundo que cuando cambiamos nosotros mismos, así que, si
lo intentamos, entre todos haremos un próspero 2017.